domingo, 20 de abril de 2008

Importancia de enmarcar las ideas

Cuando digo ante un grupo de personas, en el transcurso de una conversación refiriéndome a determinados hechos, las palabras "catalán" o "vasco" o "moro" o "andaluz", por ejemplo, nos trasladamos de forma inmediata, tanto mis interlocutores como yo, a un marco conceptual en virtud del cual interpretamos la realidad. Puede que compartamos ese marco o no; en éste último caso la discusión será posiblemente más intensa y acalorada, pero no por ello más clara.

Señala George Lakoff en su libro "No pienses en un elefante" que la neurociencia nos dice que los conceptos no son cosas que puedan cambiarse simplemente porque alguien nos cuente un hecho. Los hechos se nos pueden mostrar. Sin embargo, para que podamos darles sentido tienen que encajar en un marco. Cada uno de nuestros conceptos, que estructuran nuestro modo de pensar a largo plazo, están incrustados en las sinapsis de nuestro cerebro. Si los hechos no encajan en ese marco no serán escuchados, entrarán y saldrán sin ninguna consecuencia, serán considerados como irracionales o estúpidos.

Eso explica la inutilidad de muchas discusiones entre gente que, refiriéndose a los mismos hechos, no comparten el mismo marco interpretativo. Para que sea fructífera, la discusión debe enmarcarse adecuadamente, centrarse en el propio marco, en el origen de los conceptos que estamos manejando.

Muchas veces usamos o recibimos mensajes con eslóganes que nos sitúan en un marco conceptual que no compartimos. Si negamos la bondad de esos mensajes no percibimos que estamos aceptando, de hecho, ese marco que creemos equivocado. Hay que reenmarcar el discurso, de tal manera que nuestras palabras puedan ser interpretadas en el contexto adecuado.

Verbigracia (como se decía en mis libros de primaria), ahora que estamos en época de ajustar nuestras cuentas con hacienda por aquello del IRPF, si soy contrario a los que pregonan generalizadas bajadas de impuestos debo explicar que los impuestos, con el trabajito que nos cuesta ganar las perras, son sin embargo mi necesaria contribución a los gastos públicos, que gracias a ellos se hacen autopistas, se imparte justicia, se enseña a todos los niños, se cuida a los mayores; debo decir que gracias a los impuestos pueden hacerse trasplantes de corazón, de riñones y de otros órganos, que con ellos se financian proyectos de investigación necesarios para la mejora del país, se pagan universidades, asilos, pensiones de mayores que lo dieron todo cuando no existía ni la seguridad social... Si no lo hago así, si mi discurso sólo se queda en decir que estoy en desacuerdo, me remitiré al marco de quien defiende la bajada de impuestos porque él o ellos no han necesitado nunca para nada el gasto público que para mi resulta enormemente necesario e importante.





1 comentario:

Juan Duque Oliva dijo...

Completamente de acuerdo con lo que dices, aunque siempre habrá los "listillos" que sabrán buscarle las vueltas y engañar a Hacienda y lo que más me duele que los que suelen hacerlo son los que más tienen.

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Nací en Valverde del Camino (Huelva) en diciembre de 1948. A los 17 años me fuí a estudiar a Madrid, donde viví hasta los 30. Me trasladé a Huelva y luego, con un intermedio de algún tiempo en Granada, a Sevilla, donde vivo ahora. ¿Desconcertado? Por la desorientación y perplejidad que me producen situaciones que he conocido o vivido, por comprobar que casi siempre la realidad supera a la ficción."En los blogs se busca el relato en primera persona, que es en torno a lo que pivota el sistema informativo de Internet".Me gustó esta frase y la suscribo.