miércoles, 27 de enero de 2010

Tiempo de silencio

¡Cómo pasa el tiempo! Hace pocos días se cumplieron nada menos que cuarenta y seis años de tu inesperada y prematura muerte, cuando aún vivíamos en aquel tiempo de silencio. Te he recordado en estos días y te he leído. He recordado al leerte desagradables ambientes y experiencias que sufrieron, también, todavía, los más jóvenes que tú:
"Tras del pasillo, por un momento, se atravesaba un patio lleno de automóviles y de inmóviles chóferes con cazadoras de cuero que miraban sin ver. Tras el que una nueva boca, ya más próxima a las fauces definitivas, engullía con poderoso sorbo las almas trémulas de los descendentes (...) Allí efectivamente se procede al desguace de cada pieza individual recién cobrada, privándole de su carga de metales preciosos, plumas estilográficas, corbatas, tirantes, cinturones, gafas y cualesquiera otros objetos aptos para el suicidio, con lo que los desprovistos individuos de casta intelectual quedaban especialmente disminuidos, sujetándose los pantalones con las manos, sintiendo frío en la parte del cuello (...) La celda es más bien pequeña (...) Dos metros cincuenta de altura hasta la parte más alta de la semicúpula; un metro diez desde la puerta hasta la pared opuesta; un metro sesenta en sentido perpendicular al vector anteriormente medido. Dadas estas dimensiones, un hombre de envergadura normal sólo puede estirar a la vez los dos brazos -sin tropezar con materia opaca- en el sentido de las diagonales. (...) La luz es eterna. No se apaga ni de día ni de noche. (...)
-¿Por quién pregunta?
-No. No se puede.
-¿Usted qué es de él?
-No. No puedo decirla nada.
-¿Usted qué es de él?
(...)
-Todos están incomunicados las setenta y dos horas.
-Sí, las setenta y dos horas."
Pocos años después de tu desaparición pude escuchar, en la facultad donde estudié, a tu colega Carlos Castilla del Pino, fascinante orador con entrañable acento andaluz.
El Madrid que nos tocó vivir era ya algo más alegre, más abierto y amplio que el tuyo.
Y empezamos poco después a vivir una etapa fascinante a la que hoy se le llama -entonces no lo sabíamos- transición. Hay quien dice, haciendo juegos con la historia, que si aquel maldito adelantamiento lo hubieras sorteado sin choque, Felipe -ya jubilado- hubiera sido Luís. ¿Quién lo sabe? Aquel gran depósito de energía y juventud en ebullición logró que muchas cosas cambiaran a mejor. Otras, el submundo de las chabolas, la atención a la ciencia, el poder de las sotanas, los toros, algún que otro filósofo predicador, siguen ... más o menos, por aquello que tan bien analizaste del factor humano y de la fuerza de los tópicos.
Tu novela, tu gran novela, tu universal novela, se convirtió en un clásico.
(en memoria de Luis Martín-Santos)

viernes, 8 de enero de 2010

Internet

Has venido a trastocarlo todo, con lo tranquilo que estábamos antes. Sentíamos lo que pasaba en Nueva York, al cabo de sabe Dios el tiempo, cuando allí andaban ya en otras cosas. El inglés no nos hacía falta para nada, con lo clarito que hablábamos y nos entendíamos. Eso de global como ahora se dice a cada momento, bueno, sí, vivíamos todos en el planeta Tierra, pero cada uno a lo suyo (ca un, ca un como dicen en mi pueblo) y ¡hay que ver la que has armado!.
Ahora resulta que los libros pueden no estar en papel, ni las facturas, ni las cuentas bancarias, ni las instancias para V.I. con el mayor respeto; que viajan a la velocidad de la luz (bendito Einstein que te ayudó a reirte del tiempo y la distancia) y pueden ser vistos, recibidos, alterados, producidos, almacenados, ... por cualquiera, en cualquier parte del mundo. ¿Y lo de los discos y las películas? bueno, eso ya es la hecatombe; a las productoras y distribuidoras, a las tiendas, a los artistas, a los periódicos y televisiones, en fin, a todos los que nos hacen más llevadera esta vida, se les ha movido el suelo y ha quedado todo en tengerenge. ¿De qué vivirán ahora?.
En las escuelas y en las universidades también la has liado; y en las empresas y en las administraciones públicas ¿Cómo diablos nos organizamos ahora?. Nos has cambiado los aparatos para comunicarnos, la manera y el momento de decirnos las cosas y ¡de vernos!. Ahora resulta que podemos estar sin estar, comprar sin ir, acceder a las fuentes de los conocimientos con gran facilidad estén donde estén; que la información nos llega a la vez que está ocurriendo lo que sea, que cualquiera puede escribir y publicar, pero también la propaganda y toda clase de basura nos atosiga y engaña.
¿Cómo hacer? ¿Cómo enseñar? ¿Cómo aprender? ¿Cómo trabajar? ¿Como hasta ahora?. No, imposible seguir haciéndolo, organizándolo, legislándolo todo igual. Nos has obligado a salir de la modorra. A todos y -como desconoces las fronteras- en todas partes.
No sabemos como llamarle a la atmósfera en que nos envuelves, más real que la vida misma, y ¡fíjate si somos perezosos y acomodaticios! le hemos asignado el adjetivo de "virtual". ¿Adónde -somos ya cientos de millones de seres navegando- nos arrastrarán tus aguas en este naufragio?

Datos personales

Mi foto
Nací en Valverde del Camino (Huelva) en diciembre de 1948. A los 17 años me fuí a estudiar a Madrid, donde viví hasta los 30. Me trasladé a Huelva y luego, con un intermedio de algún tiempo en Granada, a Sevilla, donde vivo ahora. ¿Desconcertado? Por la desorientación y perplejidad que me producen situaciones que he conocido o vivido, por comprobar que casi siempre la realidad supera a la ficción."En los blogs se busca el relato en primera persona, que es en torno a lo que pivota el sistema informativo de Internet".Me gustó esta frase y la suscribo.