Se publicó por primera vez en 1957 y se agotó. La edición que leí fue la de bolsillo de 1991, de Editorial Istmo, durante mi estancia en Granada. Desde el primer párrafo me interesó este libro de Julio Caro Baroja; leí con gran atención y detenimiento todo su contenido. Y quedé enormemente impresionado.
Prohibición, por decreto, de emplear su lengua para comunicarse a toda la población del reino. Prohibición, por decreto, de su religión, de sus manifestaciones culturales, de sus costumbres. Traslados forzosos masivos, al final, de miles de personas a otras tierras. Y los que quedaron, practicando ritos ocultos, mintiendo, disimulando de por vida su condición, cambiando de nombres y apellidos.
Comprendí entonces que no éramos tan ajenos como creía a lo que estaba ocurriendo en Yugoeslavia.
1 comentario:
¡Oskaleta titus, qué sorpresa! Bienvenido a este mundo de los “bló”. Como se ha dicho en comentarios anteriores, también me he leído del tirón todos los post y “fueraparte” de lo interesante que me resultan, a los que te queremos y admiramos, nos das la oportunidad de conocerte más y mejor.
En cuanto al tema de estas “prohibiciones”, sorprende que en aquella época hubiera este tipo de “decretazos”, pero más sorprendente, penoso y lamentable quizás sea que actualmente existan lugares en el mundo con situaciones de este estilo o peores.
Un fuerte abrazo D.T.S (De Tu Sobrino).
Publicar un comentario