Estaba inquieto, intranquilo, sin dejar de darle vueltas a la cabeza. La idea era clara, pero ¿qué hacer?¿por dónde empezar?. Tenía que hablar con él, era la persona que le podía sacar del atolladero, mas ¿cómo abordarlo?¿de qué manera plantear el problema?. Por fin un dia se decidió.
- Don Manuel, necesito hablar con Ud. un rato. Quiero consultarle mi situación y pedirle ayuda.
- Vale, de acuerdo, vente conmigo a pasear un rato y hablamos.
Bajaron hacia el campo de futbol del pueblo, que era usado como espacio de deporte de la escuela. Y caminando, le preguntó qué ocurría.
Lo tenía todo tan pensado y requetepensado, tan meditado, que le explicó de corrido su situación. La necesidad que sentía de continuar estudiando el bachiller superior, lo insatisfecho e inquieto que estaba por haber dejado en la reválida de cuarto sus estudios y -aquí estaba la clave- su incapacidad para poder pagarle las clases particulares por falta de recursos.
-¿De verdad quieres seguir con los estudios del bachiller superior?¿Es cierto que estás dispuesto?¿Desde este momento?.
-A lo que haga falta D. Manuel. Necesito continuar los estudios.
Respondió.
-De acuerdo. Bueno. Empezaré a impartirle clases a tus antiguos compañeros de clase, que han suspendido algunas asignaturas, el próximo quince de junio. Si te comprometes a estudiar a fondo este verano para intentar sacar el curso de quinto en los exámenes de septiembre, te doy clases gratis a la vez que a ellos. No te preocupes del dinero, no tienes que pagarme nada, sólo ocúpate de estudiar.
Se le abrió el cielo. Su alegría fué tan grande que no podía creer la veracidad de lo que estaba ocurriendo.
A partir de ese momento el propósito fué firme: estudiar, estudiar y estudiar durante todo el verano; las horas que hicieran falta durante todos los dias disponibles.
El quince de junio empezaron las clases y el quince de septiembre se celebraron los exámenes de quinto curso de bachiller en el Instituto de la capital. Cuando le llevó a D. Manuel el libro escolar con las notas fue el muchacho más feliz y contento de la tierra: ¡había aprobado todas las asignaturas!.
Gracias a D. Manuel. En el sentido completo del término, un gran maestro. Mi maestro.
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