Estoy leyendo en estos días un delicioso libro del historiador británico J. H. Elliott, Haciendo Historia, donde relata sus aventuras a lo largo de su dilatada experiencia en el oficio. Cuenta cómo quedó atrapado por el cuadro de Velázquez del conde-duque de Olivares a caballo la primera vez que visitó, siendo estudiante, el Museo del Prado a principios de los 50 del pasado siglo. Le pareció la más perfecta representación que había visto de la arrogancia del poder. Aquello le atrajo como un imán hasta centrar sus esfuerzos de investigación en la figura de éste político, que gobernó durante más de veinte años, como valido o primer ministro, el imperio español en el siglo XVII, cuando en Francia lo hacía, de igual forma y por la misma época, Richelieu.
La política fuertemente centralizadora, especialmente en materia fiscal, llevada a cabo por el conde-duque desencadenó dos grandes rebeliones contra el rey Felipe IV, una en Portugal y otra en Cataluña. Mientras la primera dio lugar a la independencia de nuestros vecinos, la segunda, en cierta forma...aun sigue coleando. Els Segadors, himno de Cataluña, está inspirado precisamente en aquellos hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario