Le decía don Ramón Carande a Santos Juliá a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Sabio consejo.
En 1983 compré la edición de bolsillo de "Memorias políticas y de guerra", parte de sus importantísimos Diarios; y aprovechando la tranquilidad y el sosiego de las vacaciones de verano comencé su lectura reposada. Confieso que me deslumbró. Jamás había leído o escuchado a nadie hablar de política con tanta sabiduría, claridad, elegancia y profundidad.
¿Un fracasado? como han afirmado incansablemente sus críticos. ¿Que llegó a la política por casualidad, dando tumbos, sin saber qué hacer y sin objetivos? de lo que le han acusado sus denigradores.
Profesional de prestigio, investigador social, alto funcionario del Estado (equivalente a lo que hoy sería un abogado del Estado), escritor (premio nacional de literatura), crítico de la política (produjo un magnífico trabajo de política militar que ojalá hubiese podido ampliar a otros campos) y de otras ramas de la cultura, secretario y luego presidente del Ateneo de Madrid (cuando aquella casa era lo que era), gran orador, político activo durante la Restauración, impulsor de la República, ministro de la Guerra, Primer Ministro y Presidente de la República. ¿Un fracasado?¿adónde hay que llegar para no serlo?.
¿Fracasó Azaña con la guerra civil?¿Fue un fracaso de su carrera política?. Como bien dice José María Ridao, fracasó Europa entera.
Participó en la política de la Restauración, como reformista, en la medida en que creyó en las posibilidades del sistema para llegar a una democracia. Con el golpe de estado de Primo de Rivera se convenció de la imposibilidad de esa salida, y entonces y sólo entonces, apeló a la república como forma democrática de gobierno.
Fue un gran demócrata. Y merece la pena leerlo, ahora que se acaban de editar sus
Obras Completas. Es recomendable conocer lo que dejó escrito en un inmejorable castellano.