viernes, 30 de diciembre de 2011

El discurso de un gran estadista

La intervención de Helmut Schmidt en el reciente congreso del Partido Socialdemócrata Alemán, "Alemania en, con y para Europa", me ha impresionado por su especial clarividencia. Ha sido una llamada a la reflexión no sólo para sus compatriotas o sus más próximos ideológicamente, sino para cualquier europeo preocupado por la actual situación y el futuro que nos espera. Este hombre de noventa y dos años, con una gran experiencia política y vital, nos aclara conceptos y nos dice cosas dignas de ser meditadas, más allá de la ideología y de "reflexiones" vacías.
Sus consideraciones que, como dice de sí mismo por su edad, se encuentra "más allá del bien y del mal", se centran en poner al día las razones históricas que motivaron a los impulsores de la integración europea.
Se puede interpretar la historia europea, desde el punto de vista centroeuropeo, como una serie interminable de luchas entre la periferia y el centro y viceversa, según fueran o se sintieran fuertes unos u otros; desde la Guerra de los Treinta Años entre 1618 y 1648 con Alemania como escenario principal, pasando por las iniciadas por los franceses de Luís XIV o más tarde de Napoleón, y las numerosas confrontaciones que se produjeron, hasta llegar al periodo que llama "Segunda Guerra de los Treinta Años" desde 1914 hasta 1945. Los países vecinos de Alemania y los judíos del mundo se acuerdan del Holocausto y de las atrocidades que se cometieron durante la ocupación alemana, es probable, por ello, que exista y siga existiendo durante muchas generaciones un recelo latente contra los alemanes. Y fue ese recelo lo que motivó en 1945 el inicio de la integración europea.
La razón de fondo de Francia para apoyar el nacimiento del euro, nos dice, fue su inquietud ante un marco alemán fuerte. Hoy nos encontramos con una moneda, el euro, que es la segunda más importante de la economía mundial, con mayor estabilidad que el dólar y de la que tuvo el marco alemán en sus últimos diez años.
Desde Maastricht, sin embargo, han ocurrido muchos y profundos cambios: liberación de las naciones del Este, implosión de la URSS, auges de China, Brasil, India y países "emergentes", globalización y poder -de momento- incontrolado de los actores de los mercados financieros. La humanidad ha acelerado su crecimiento hasta alcanzar hoy los 7.000 millones de habitantes, mientras que la población conjunta de todas las naciones europeas apenas llegará al 7 por ciento, cuando han representado durante dos siglos más del 20 por ciento de la población mundial.
Desde hace 50 años, los europeos somos cada vez menos y aportamos cada vez menos al producto mundial. A partir de 2050, cada país europeo por separado, será una diminuta fracción del 1 por ciento de la población mundial: como estados aislados tendremos que expresar nuestros respectivos pesos poblacionales en tantos por mil. Es decir, sólo podremos jugar un papel importante en el mundo conjuntamente, no aislados. Por lo tanto, la Unión Europea no es tanto una aspiración ideológica, sino una necesidad. Si no se consigue, nuestra marginación en la escena mundial está asegurada.
Hace a continuación una serie de consideraciones sobre la importancia de la implicación de Alemania en la consecución de la integración europea, hoy en peligro. Si los alemanes se dejasen llevar, por su actual fortaleza económica, para reclamar un papel de liderazgo político europeo, la inquietud de la periferia ante un centro demasiado fuerte resurgiría rápidamente y probablemente destruiría la Unión Europea. Alemania necesita -"también para protegernos de nosotros mismos" nos dice Schmidt- la inclusión en la integración europea.
"Nuestra posición geopolítica central, nuestro desafortunado papel en la historia europea hasta mediados del siglo XX, así como nuestra productividad actual, requiere de cada gobierno alemán un elevado nivel de solidaridad para con nuestros socios de la UE. Y nuestra ayuda resulta imprescindible."
Recuerda la deuda de gratitud de Alemania con otras naciones occidentales. El interés estratégico de Alemania a largo plazo está en no aislarse y en no dejarse aislar. Y ello está muy por encima de ser o no pagador neto en el proyecto de integración. La solidaridad con otras naciones de la UE es esencial para Alemania, está recogida en su propia Constitución.
Hay que reactivar a los órganos de la UE, especialmente el Parlamento Europeo. Por primera vez -cita al filósofo Habermas- en la historia de la UE vivimos un retroceso de la democracia. Los estados europeos, especialmente los participantes en la moneda común, deberían desarrollar conjuntamente regulaciones de sus mercados financieros y así podremos volver a medio plazo a una zona de estabilidad.
No debemos propagar por Europa una zona de deflación extrema. Ningún estado puede sanear su economía sin crecimiento, sin nuevos puestos de trabajo. "Quien así lo crea, que Europa puede sanearse con recortes presupuestarios, debería estudiar las fatales consecuencias de la política de deflación de Heinrich Brüning en 1930-32. Desencadenó una depresión y una cifra de paro insoportable y además provocó el hundimiento de la primera democracia alemana".
Termina el ex-canciller con una exhortación a los socialdemócratas alemanes de trabajo y lucha para que esta Unión Europea, única en la historia, supere su debilidad actual.
(traducción del discurso completo).

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Nací en Valverde del Camino (Huelva) en diciembre de 1948. A los 17 años me fuí a estudiar a Madrid, donde viví hasta los 30. Me trasladé a Huelva y luego, con un intermedio de algún tiempo en Granada, a Sevilla, donde vivo ahora. ¿Desconcertado? Por la desorientación y perplejidad que me producen situaciones que he conocido o vivido, por comprobar que casi siempre la realidad supera a la ficción."En los blogs se busca el relato en primera persona, que es en torno a lo que pivota el sistema informativo de Internet".Me gustó esta frase y la suscribo.