jueves, 14 de noviembre de 2013

La manzana mordida

Según cuentan, en cierta ocasión le preguntaron a Steve Jobs, fundador de Apple, si el símbolo de la casa, la famosa manzana mordida, era en realidad un homenaje a Alan Turing, a la vista de las variadas versiones que circulaban por ahí; contestó que no, pero que hubiese sido una magnífica idea. Hace unos años, el primer ministro británico pidió públicamente perdón a Alan Turing por el injusto comportamiento que se había tenido con él. Ambos hechos nos dan idea de, por un lado, la gran importancia de Turing como padre de la informática y, por otro, de la falta de reconocimiento que ha tenido hasta hace relativamente poco tiempo su enorme contribución.
Durante el año pasado y éste, se han venido celebrando conferencias, encuentros y otros actos en muchos países, recordando las aportaciones de Alan Turing en el campo de la informática, la inteligencia artificial, etc. Leí lo publicado por El País en su blog sobre El año Turing y he escuchado algunas conferencias, dadas por especialistas en distintas universidades, colgadas en You Tube; también he leído "El hombre que sabía demasiado. Alan Turing"  de David Leavitt, interesante biografía del personaje. Y he podido hacerme una idea más precisa de la importancia que han tenido -y siguen teniendo- las aportaciones que este hombre ha hecho a la humanidad. La verdad es que yo tenía sólo una vaga idea del personaje, recuerdos no muy precisos de una película -Enigma- en la que se relataba  una historia sobre el descifrado por parte de los británicos de los mensajes encriptados del ejercito alemán durante la segunda guerra mundial, y poca cosa más. Para mí, lo chocante del asunto es que mi relación con la informática comenzó recién muerto Franco, hace ya algunos años, y no tenía ni idea de las aportaciones de Turing. Posiblemente ello se deba a mi ignorancia, pero confieso que nunca me hablaron -o leí- antes de la enorme importancia del personaje.
La empresa en la que yo trabajaba decidió, a mediados de los setenta del siglo pasado, comprar un ordenador (un Univac 90/30 creo que era) y, claro, necesitaba un grupo de personas que lo manejara. Entonces, a diferencia de ahora, sólo tenían relación directa con semejante máquina un reducido número de empleados, "los informáticos", rodeados de un halo mágico y misterioso. Pidieron voluntarios que se prestaran a hacer unas pruebas para pasar al servicio de informática que se iba a crear. Y así empezó mi encuentro con programas, paquetes de aplicaciones, cintas magnéticas, discos (lavadoras les llamábamos a los artilugios donde funcionaban), tarjetas perforadas, en fin, con todo lo relacionado con la informática de entonces.
No es que yo me convirtiera en un experto en la materia, simplemente comencé a ser usuario del ordenador, y empecé a utilizarlo habitualmente en mis trabajos relacionados con la gestión empresarial o administrativa. Y al haber tenido contacto con la informática durante, el que puede considerarse hoy, su periodo prehistórico, me familiaricé con el uso práctico del sistema binario (que había estudiado, pero del que desconocía por completo sus aplicaciones prácticas), de los octetos y de los bits, de los sistemas de codificación, del análisis, de la construcción y ejecución de programas... Entonces trabajábamos con fichas perforadas (trozos de papel acartonado que admitían hasta 80 posiciones en las que podía haber o no -el cero o el uno, ser o no ser, positivo o negativo, encendido o apagado- una perforación, que se preparaban en una perforadora) para introducirle al ordenador tanto los datos como los programas que le decían qué hacer con ellos; debíamos, por ejemplo, "componer" cada línea de salida hacia la impresora, diciéndole a la máquina cómo debía escribir los resultados. "El ordenador es tonto", nos decían; hace lo que le digas  -y sólo lo que le digas- que tiene que hacer; el ordenador debía estar en una sala especial, refrigerada y con falsos suelos para una mejor manipulación de todos los artilugios y del cableado; lo dicho...la prehistoria.
A Turing le debemos la victoria -o el acortamiento significativo de la contienda- de los aliados sobre la Alemania hitleriana en le segunda guerra mundial. Condenado a prisión, poco después, por mantener relaciones homosexuales, fue sometido a una brutal castración química, por inyección de hormonas femeninas, por el país que había ayudado a salvar. Apareció muerto el 8 de junio de 1954, junto a una manzana mordida cubierta con cianuro. Aún hoy no se han despejado las dudas sobre las extrañas circunstancias de su muerte. De acuerdo con lo manifestado por Jobs, si el símbolo de la manzana mordida no se hizo en honor de Alan Turing, hubiera sido una buena idea.

lunes, 3 de junio de 2013

Florido Mayo

Supe un día, hace algunos años, que era de lo mejor que se había escrito en castellano en el último tercio del siglo pasado y anduve buscando, para comprarla, la novela "Florido Mayo" por todas las librerías de Sevilla sin poderla encontrar. Tendré que leerla, me dije, y busqué en las bibliotecas, figuraba en el catálogo de la biblioteca provincial de Sevilla (magnífico edificio junto al Parque de María Luisa), sin embargo, no pudieron encontrarla para dármela en préstamo. Recordé aquello de "nadie es profeta en su tierra" buscando alguna explicación de lo que me estaba pasando; por fin, pude adquirir la ansiada novela, de segunda mano, en una librería de viejo y disfruté enormemente durante su lectura. Las recomendaciones que me dieron eran ciertas, Alfonso Grosso había parido una de las mejores novelas que se han escrito en español durante el siglo XX. Por eso, cuando surge la ocasión, le recomiendo su lectura a quien no haya disfrutado aún de ella.
Mi amigo Juan, a quien le referí el asunto hace ya algún tiempo, me escribió el otro día el siguiente correo electrónico:
"LIBRO: [@@@]  FLORIDO MAYO / ALFONSO GROSSO  (me lo recomendó encarecidamente Paco Romero como la mejor novela del siglo XX); la he leído en un periodo muy largo (noviembre 2011 hasta hoy 1 de junio de 2013);  me ha parecido cada frase una gloria,  cada palabra es un portento literario,  una "fiesta" de  barroquismo esplendoroso, apoteósico, una poesía compuesta como una estructura compleja y bellísima,  admirable,  ¡¡maravillosa!!;  los ratos que cogí el libro me reanimaban por la grandeza del uso del lenguaje;  es un laberinto de una existencia; la crónica de una familia que vive la Sevilla de la primera mitad del siglo XX y se comprueba su gloria y decadencia,  miserias y grandezas;  describe extraordinariamente las familias burguesas que forjaron una Sevilla olvidada y retrata una  fotografía con una cámara psicodélica: sus ambientes (patios con palmerales y frondas que recuerdan fuegos artificiales);  retrata las pasiones, humillaciones,  emociones y amores de seres que en algún momento son como fantasmas (elementos filosóficos muy profundos: comparación entre condescendencia y tolerancia;  ánimos distintos de animosidades); entra en el ser humano y su capacidad de amar frustrada,  muestra la tristeza en la soledad y la entrega de unos seres marcados por su entorno;  escribe el auge y la caída de la ciudad y lo asocia (y relaciona) con el auge y decadencia de la familia; hay a lo  largo del libro un saberse que el destino lo determina todo, un conformismo de entrega que sólo salva a algunos miembros de la familia como pequeñas luces (en este oscuro infierno);  consigue el clímax para llegar hasta descubrir un adulterio, la confirmación de un fatalismo;  me ha traído recuerdos personales muy especiales: he  tenido presente a lo Jiménez del Barrio con otra escala moral (pero el mismo renunciar); mi madre salvando a los hermanos;  y un recuerdo tierno y adorable, la referencia al papel rayado del estanco y el sobre forrado de manila violenta;  la condición humana vista a través de una familia en su esplendor y caída; y en una amor encarnado en todos los encuentros cde un hombre con sus fantasmas sentimentales y eróticos (enfermera, espia, monja); es una novela autobiográfica y experimental,  es la literatura GRANDE".

domingo, 14 de abril de 2013

Jóvenes andaluces interpretando a Mahler

“Es muy emocionante sentir la ilusión con la que interpretan una de las mejores sinfonías del siglo XX” declaró a la prensa el director del concierto que escuché el pasado día 1 de abril en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, Pedro Halffter. Y, en efecto, resultó muy emocionante. Ciento ocho jóvenes andaluces, de los más variados pueblos y ciudades de nuestra tierra, unidos por la música, por la -para muchos- la sinfonía cumbre de Mahler ¡nada menos!. La Orquesta Joven de Andalucía nos conmovió durante la hora y media que duró su magnífica interpretación de la Novena Sinfonía de Mahler, extraordinariamente dirigidos por Pedro Halffter.
De entre estos jóvenes saldrán, sin duda, magníficos profesionales de la música que veremos triunfar en el futuro. Nos demostraron ser jóvenes abiertos al mundo, ilusionados, empeñados en lograr la perfección con esfuerzo, entrega y buena dirección. Me sentí ese día orgulloso de ellos.   

viernes, 8 de febrero de 2013

La Manguilla

Recuerdo que en mi pueblo, en determinadas procesiones y entierros, Rafael "El Bocabierta" (apodo con el que cariñosamente se le conocía) llevaba siempre "la manga", útil eclesiástico ya en desuso. Vino a mi memoria su imagen hace pocos días, escuchando a un nieto de Aníbal Gonzalez disertando sobre las bondades arquitectónicas y personales de su abuelo. Contó que el marqués de Villamarta, cofradiero él, compró una casa de esquina frente a la catedral de Sevilla con el exclusivo fin de poder contemplar desde su terraza el paso de las procesiones de Semana Santa; le encargó el proyecto de acondicionamiento a Aníbal Gonzalez, quien -al comprobar que si hacía la escalera de acceso a la terraza en el interior dejaba pequeño aquel espacio para tan noble cliente- decidió hacer una escalera de caracol en la esquina del exterior. Y esa es la conocida antaño en Sevilla como "La Manguilla".

Datos personales

Mi foto
Nací en Valverde del Camino (Huelva) en diciembre de 1948. A los 17 años me fuí a estudiar a Madrid, donde viví hasta los 30. Me trasladé a Huelva y luego, con un intermedio de algún tiempo en Granada, a Sevilla, donde vivo ahora. ¿Desconcertado? Por la desorientación y perplejidad que me producen situaciones que he conocido o vivido, por comprobar que casi siempre la realidad supera a la ficción."En los blogs se busca el relato en primera persona, que es en torno a lo que pivota el sistema informativo de Internet".Me gustó esta frase y la suscribo.