viernes, 8 de octubre de 2010

Treintañeros y pensiones

Dicen los que saben de estas cosas que la gestión correcta de un sistema de pensiones se parece -solo en cierta forma, claro, por aquello de tener que emplear algún tipo de metáfora para expresar lo que se pretende- a la manera de gobernar un gran trasatlántico: la inercia y enormidad del aparato obligan a decidir los cambios en su rumbo o en su velocidad con mucha antelación, para así evitar posibles accidentes o catástrofes, como le ocurrió al Titanic. Puede suceder que el inexperto en ese tipo de manejo o administración se dé cuenta del mal que se avecina cuando éste ya no tenga remedio, por muchas maniobras que se hagan para esquivarlo.
Pues bien, ocurre que nuestro sistema público de pensiones necesita cambios y deben hacerse pronto, porque si se tarda más tiempo en tomar las decisiones adecuadas, los cambios serán más bruscos y duros, y si no se toman, la catástrofe será inevitable. Hay numerosos informes solventes que así lo avisan.
Tenemos sin embargo un grave problema situado en un punto estratégico, precisamente en el colectivo -amplio, social e ideológicamente variado- de personas que tienen la legitimidad y potestad para decidir las soluciones: la falta de acuerdo en el diagnóstico y, por lo tanto, en la solución. Unos dicen que no existe tal problema y otros que con pequeños retoques seguiremos bien. No hay que preocuparse, por lo tanto.
Por el contrario, los expertos y algunos políticos y líderes sociales nos dicen que sí hay problemas para mantener el sistema si no se producen ya cambios importantes, que debemos dar respuesta adecuada a la bendición social de tener la esperanza de vida entre las más altas del mundo. No deberíamos dejar (por dejadez) que se convirtiera ese gran logro en un martirio en el otoño vital de nuestros hijos y nietos.
Nos están diciendo de forma machacona los que de esto saben que el sistema será insostenible, con toda seguridad, cuando se tengan que jubilar los hoy treintañeros. La paradoja es que este no es un problema de viejos y jubilados, aunque así lo parezca en una primera visión superficial. Este es un problema que afecta principalmente a la juventud española. Así es que son los jóvenes de treinta años y menos los principales interesados en que se tomen ya las decisiones adecuadas. Debería emprenderse una gran campaña de información, no de propaganda, destinada a toda la población y en especial a los jóvenes, sobre este asunto, empleando para ello los potentes medios de comunicación hoy existentes, para que todo el mundo tomara conciencia exacta de la dimensión del problema y de la necesidad de arbitrar las soluciones adecuadas. Nos estamos jugando la pervivencia de -como ahora se dice, empleando términos arquitectónicos- un pilar básico de nuestra sociedad del bienestar.

Datos personales

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Nací en Valverde del Camino (Huelva) en diciembre de 1948. A los 17 años me fuí a estudiar a Madrid, donde viví hasta los 30. Me trasladé a Huelva y luego, con un intermedio de algún tiempo en Granada, a Sevilla, donde vivo ahora. ¿Desconcertado? Por la desorientación y perplejidad que me producen situaciones que he conocido o vivido, por comprobar que casi siempre la realidad supera a la ficción."En los blogs se busca el relato en primera persona, que es en torno a lo que pivota el sistema informativo de Internet".Me gustó esta frase y la suscribo.